Desde la llegada de los misioneros europeos, la danza tahitiana llamada "'ori tahiti" fue prohibida (como muchas otras actividades artísticas) por considerarse demasiado erótica. No recuperó su prestigio hasta 1950. Hoy en día, una gran parte de la población polinesia practica el “'ori tahiti”. Se han abierto muchas escuelas de danza que permiten transmitir los valores polinesios. Cada paso de baile y cada gesto conlleva un significado muy específico.

Danza: un arte que se vive
No hay “una” sino varias danzas polinesias. De hecho, a menudo divergen de un archipiélago a otro. Cada uno de ellos tiene sus propias especificidades. Así, las danzas marquesanas se diferencian de las danzas practicadas en las Islas Australes así como de las de los Tuamotu-Gambiers. Tocan al ritmo de “to'ere”, “pahu”, instrumentos de percusión y “ukulele”, famosas pequeñas guitarras de cuatro cuerdas, fabricadas de forma diferente según la técnica hawaiana o tahitiana.

cultura oral
Las canciones muy ligadas a las danzas también son imprescindibles en la vida de los polinesios. Instrumentos como el “ukelele” y la guitarra marcan el ritmo de las canciones, cuya magia reside esencialmente en las sublimes voces de los cantantes, así como en las palabras de amor que suelen estar presentes. Las canciones también evocan la belleza de Tahití y sus islas, las aventuras vividas por sus habitantes o incluso su vida cotidiana. También pueden alabar una flor, un fruto o un árbol y ensalzar sus virtudes.

En cuanto a las canciones tradicionales, cuentan leyendas antiguas y alaban a deidades ancestrales. Las canciones polinesias se dividen en varias categorías según su propósito y función. Por ejemplo, un “área ute” contará con una persona cantando una historia divertida con un poco de moraleja al final; mientras que un “himene” tendrá un carácter más religioso.