La perla negra de Tahití, reina de la belleza entre las joyas de los fondos marinos de la Polinesia, es el sueño de las mujeres de todo el mundo. La leyenda revela que la perla negra de Tahití no es otra que el regalo del dios de la guerra y la fertilidad llamado Oro a los polinesios.

Una joya de los mares
Toda la belleza y el esplendor de las aguas polinesias se concentran en la perla negra de Tahití, una joya excepcional nacida de la unión entre el nácar y los elementos marinos. Este tesoro, fruto de una armonía entre lo animal y lo mineral, nace en las tranquilas y cristalinas lagunas de Tahití y sus islas. Para que el nácar produzca esta perla deslumbrante, es fundamental que evolucione en un ambiente sano y tranquilo, lejos del estrés, para poder dar a luz una verdadera maravilla.

Una obra maestra de la naturaleza y el hombre.
La perla negra de Tahití es una perla cultivada que requiere la intervención humana experta mediante una meticulosa técnica llamada injerto. Este proceso que requiere conocimiento y paciencia es el resultado de una sutil colaboración entre la naturaleza y el hombre, que juntos revelan todo el esplendor de esta joya. Cada perla es única y su brillo misterioso atestigua el cuidado y la atención puestos en su cultivo.

Un tesoro increíble
Emblema esencial de la riqueza polinesia, la perla negra por sí sola encarna una herencia importante. Para celebrar este patrimonio, se le dedica un museo en Papeete, que recorre su historia, las diferentes técnicas de producción y las leyendas que lo rodean. Aunque podemos descubrir sus facetas, conserva un elemento de misterio y magia que sigue seduciendo y asombrando al mundo.